Todos mi años, toda mi juventud fue tulla, secaba tus lagrimas, y escuchaba tus gritos en silencio. Seguí el mismo camino que tu, seguí los pasos que tu marcaste sin preguntarte a donde me dirigían, solo pedía que tu te quedaras conmigo, que me acompañaras en todo aquel camino que tu mismo me marchaste, que no me dejaras como yo nunca te dejaría a ti. Y ahora me veo sola, en la oscuridad, sin poder escapar de tus recuerdos, de tus miradas, de todos aquellos años que te entregué y que nunca más podré recuperar.
Te marchaste sin mí, sin dejar ningún aviso, dejando mi corazón abandonado de la cuneta.
Y yo todavía sigo aquí, esperando, buscando aquellos pasos que me marcaste, buscando aquellos años abandonados a su suerte, y es que te di todo de mí, y yo, ahora, me quede sin nada.
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