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sábado, 9 de abril de 2011

El fin.

          Y de repente en aquella habitación, sola, comprendí que mi vida había perdido todo tipo de cordura, que aquello que pensaba construirme en un futuro se había esfumado, que solo me quedaba un trago de aire puro en la vida, que me había cansado de ser la mala, quería volver a intentarlo, quería volver a ser una dulce niña, la que no se equivoca y que siempre la gente sonríe cuando la ve.
Pero todo había cambiado, ahora la soledad me invadía, los recuerdos me atormentaban, el mal que había utilizado contra otras personas, venia a por mí, y ya no tenia fuerzas para luchar, para escapar y ponerme a salvo.
           Todo se había quedado en nada, todo había desaparecido, mi presente y mi futuro y lo único que quedaba era mi pasado, aquel del que me quería olvidar, lo único de lo que me quería despojar, pero ya era tarde, mi pasado se volvía poco a poco contra mi.
          Sentía como las manecillas del reloj iban caminando, y mi momento llegaba, aquel que tanto temía, aquel que tanto me asustaba. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirme, lo echo, hecho estaba, y ahora solo me queda esperar, a que se termine todo para siempre.

El infierno junto a si, sera la gloria.

Nuestro amor podrá convertirnos en los mayores villanos de la historia, el diablo a nuestro lado podrá ser una muñeca con tridente. ¿Pero que más da? Solo me importa amarte, quererte, y si hay que luchar contra todos, lucharemos.
Sabemos que juntos, somos el mal en persona, que somos retorcidos y nos excita el juego, que humillar es nuestra mayor pasión.
Pero estamos hecho el uno para el otro, los dos somos iguales, somos perfectos y a la vez imperfectos, la gente aparta sus miradas de nosotros por temor.
¿Pero que más da? Si te tengo a ti, a lo que único que de verdad en ansiado, que de verdad e querido, que de verdad e amado. Seria lo que fuera si me lo pidieses, y se que tu eres el trozo de corazón que me faltaba.
Pero si por esto debemos ir al infierno, será una gloria para mi compartirlo junto a ti.



Todos aquellos años...

Todos mi años, toda mi juventud fue tulla, secaba tus lagrimas, y escuchaba tus gritos en silencio. Seguí el mismo camino que tu, seguí los pasos que tu marcaste sin preguntarte a donde me dirigían, solo pedía que tu te quedaras conmigo, que me acompañaras en todo aquel camino que tu mismo me marchaste, que no me dejaras como yo nunca te dejaría a ti. Y ahora me veo sola, en la oscuridad, sin poder escapar de tus recuerdos, de tus miradas, de todos aquellos años que te entregué y que nunca más podré recuperar.
Te marchaste sin mí, sin dejar ningún aviso, dejando mi corazón abandonado de la cuneta.
Y yo todavía sigo aquí, esperando, buscando aquellos pasos que me marcaste, buscando aquellos años abandonados a su suerte, y es que te di todo de mí, y yo, ahora, me quede sin nada.