Una noche como otra cualquiera, en aquel bar, donde mi fin de semana empezaba, sola mirando a la copa pensando, dando vueltas a mi cabeza. Encontré a aquel chico, el príncipe de cualquier cuento de hadas, el hombre con que cualquier padre quiere casar a su hija. Su risa perfecta, su mirada perdida como en busca de algo, o alguien.
Se sentó en la barra justo en la butaca que se encontraba a mi derecha, iso un gesto al camarero, y ese mismo le sirvió un vaso de vodka. En mi cabeza una pregunta se planteo, ¿ como puede ser que haya venido antes y no lo haya visto?. Su mano cogió la copa, que se alzo enfrente de mi, brindo junto a mi "Brindemos por la soledad, para que pronto desaparezca", dijo con una voz dulce.
Empezó hablar conmigo mirándome a los ojos, y yo me sentía estúpida, el alcohol ya estaba dentro de mi cabeza y no me permitía pensar en nada inteligente, así que lo único que hacia era asentir con la cabeza.
Pero el seguía, hay aunque yo no estuviera en mi mejor momento, su sonrisa perfecta, seguía en mi punto de mira.
Parecía que el alcohol bajaba cada vez mejor, los dos seguíamos bebiendo, hablando, mirándonos.
Un chico inteligente, simpático, cariñoso, el hombre con el que siempre había soñado, y lo mas inteligente que salio por mi boca, fue un simple " si la verdad es que si", estaba patética.
Pero el seguía hay, y yo no comprendía como podía seguir sentando a mi lado, en ese bar se
encontraban chicas espectaculares, y seguramente estarían en mejor condición que yo.
Mi cabeza daba vueltas y mi mente se nublaba, mi lengua se trababa al decir cualquier palabra, así que decidí que era hora de irme, pero algo me impedía levantarme de aquella silla, quitarle la vista a ese chico, al que ya también empezaba a sentirse un poco como yo.
El se levanto poquito a poco, "encantado de conocerte" me susurro al oído, hablo con el camarero saco su cartera pago y se fue.
Yo me sentía mal, como pude no ser mejor ante el, como pude dejarlo escapar sin ni siquiera pedir su numero.
El chico perfecto se me había escapado delante de mi. No me quedaba mas remedio que levantarme pagar y irme, pero mi cuenta ya estaba paga, pero el camarero me entrego una pequeña nota, en la que ponía: "Espero tu llamada" y su numero de teléfono.
La sonrisa recorrió mi cara. me quedaba con la satisfacción de que tan mal no podía haber quedado, y no lo deje escapar, por que según llegara a mi solitaria casa, lo llamaría.
Así que cogí un taxi, "a la Calle Alvero por favor" balbucee.
Me baje del taxi y fui corriendo hacia el teléfono. Respire hondo,y marque. Uno, dos, tres. "¿si?", me contestaron, pero no precisamente una voz masculina, pregunte quien era, y sonaron esas palabras que me hicieron que colgara de inmediato y fuera en busca de la botella de vino. "Soy la novia, de Robert
el se esta dando una ducha ¿quiere dejarle algún mensaje?".
Sinceramente prefería haberme quedado con la duda de que habría pasado, pero el vino me alivio un poco el rencor que tenia a un hombre que ni si quiera conocía.
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