Quizás la vida no es ese cuento de hadas que nos contaban de pequeñas, quizás la vida sea sobrevivir a las pesadillas, sobrevivir a las mentiras, a los desengaños, a los desprecios, y no ser aquellas princesas del cuento de hadas. Nunca nos despertara el beso de un príncipe, nunca ningún hombre removerá cielo y tierra buscando como única prueba de su existencia un zapato de la mujer amada. Seamos realista la vida en relación a los cuentos de hadas, no se asemejan en nada.
Vistas de página en total
martes, 24 de enero de 2012
Andaba sin rumbo, perdida por la vida, buscando un lugar, una persona, una mirada, y desde lo más alto de aquella ciudad comprendí que lo había encontrado, que mi sitio se hallaba ahí.
Tendría que decir adiós a mi vida y comenzar de nuevo, decir adiós a mis amigos, a mi familia, pero mis sueños estaban en mí, con más fuerzas que nunca para salir, para hacerse realidad.
Tuve que arriesgarme y subir a lo más alto para ver realmente quien soy, para olvidar todos mis miedos, para poder conocerme a mi misma. Y tocando las nubes con las puntas de mis dedos lo supe, hay es donde quería comenzar de nuevo, apostar todo aunque lo tuviera todo en contra.
Y cada vez que perdiera mi rumbo, subiría a lo alto otra vez para recordarme por que elegí este camino.
Tendría que decir adiós a mi vida y comenzar de nuevo, decir adiós a mis amigos, a mi familia, pero mis sueños estaban en mí, con más fuerzas que nunca para salir, para hacerse realidad.
Tuve que arriesgarme y subir a lo más alto para ver realmente quien soy, para olvidar todos mis miedos, para poder conocerme a mi misma. Y tocando las nubes con las puntas de mis dedos lo supe, hay es donde quería comenzar de nuevo, apostar todo aunque lo tuviera todo en contra.
Y cada vez que perdiera mi rumbo, subiría a lo alto otra vez para recordarme por que elegí este camino.
Aquel momento eran tan perfecto, era como estar viendo una película, la diferencia es que esta vez era yo la protagonista. Pero tuve miedo, me acobarde y huy, quizás era miedo de lo que era el, o quizás era miedo a lo que me hacia sentir, cuando lo tenia cerca no existía el resto del mundo, solo el, y cuando se alejaba de mi sentía que me faltaba algo, que mi mundo estaba incompleto.
Y de nuevo volvió, siendo sincera nunca lo olvide, todavía seguía sintiendo sus dedos recorriendo poco a poco, y con delicadeza mi cuerpo, sentía su aliento, soñaba que me había quedado a su lado, sin tener miedo, y que éramos felices. Pero nunca fui capaz de aceptar lo que realmente era, y huy. Me fui al lugar más alejado, para nunca tener que volver a verlo, aunque todas las noches volviera a mi mente, como si un fantasma del pasado me persiguiera.
Y un día de nuevo, hay estaba el, de la nada volvió, mi ojos no lo creían, mi mente dudaba en si correr, o abrazarlo. Diez años habían pasado, y el seguía tan perfecto como siempre, tez pálida, ojos color dorado, y el pelo despeinado como siempre, sin una sola arruga, sin una sola cana, seguía siendo el chico de 18 años al que deje.
Mi corazón latía tan rápido, quería llorar, decirle que lo seguía amando y que ya no me importaba lo que era, que yo lo amaba con sus defectos y sus virtudes, pero tenia miedo de que no me recordara, de que me haya borrado de su mente.
Pero algo paso, en ese momento sus ojos se clavaron en los míos, sus piernas empezaron a avanzar con la tranquilidad que le caracterizaba, hasta llegar a apenas un centímetro de mi. Intente evitarlo con todas las fuerzas, pero una lágrima callo por mi mejilla, lágrima que el seco con su fría mano.
Mi cuerpo no paraba de temblar quizás era por miedo o simplemente por que llevaba tanto tiempo echando de menos su aroma, su rostro, sus labios, su cuerpo... Quizás era el miedo de volver a perderlo.
Yo tenia claro que lo amaba, pero el?, seguiría recordándome, seguiría pensando en mi tanto como yo en el.
De repente mi cuerpo paro de temblar, y en ese momento comprendí que el me seguía amando, su mirada era como aquella primera vez, como la vez que me beso, como la vez en la que me confeso lo que era, como cuando a los cuatro vientos chillo que me amaba.
Esa vez ya no quería salir corriendo, no quería irme de su lado, el miedo había desaparecido.
Y en ese momento, lo comprendí, por muy lejos que este de el, por mil veces que me obligue a olvidarlo, por intentar no soñar con el, lo amaba con todo mi ser intenté ocultarlo, obligarme a mi misma a no recordarlo. Pero era mas fuerte que yo, ya no me importaba que fuera un monstruo o que matara para alimentarse, el me amaba, yo lo amaba y el resto me daba igual.
Y de nuevo volvió, siendo sincera nunca lo olvide, todavía seguía sintiendo sus dedos recorriendo poco a poco, y con delicadeza mi cuerpo, sentía su aliento, soñaba que me había quedado a su lado, sin tener miedo, y que éramos felices. Pero nunca fui capaz de aceptar lo que realmente era, y huy. Me fui al lugar más alejado, para nunca tener que volver a verlo, aunque todas las noches volviera a mi mente, como si un fantasma del pasado me persiguiera.
Y un día de nuevo, hay estaba el, de la nada volvió, mi ojos no lo creían, mi mente dudaba en si correr, o abrazarlo. Diez años habían pasado, y el seguía tan perfecto como siempre, tez pálida, ojos color dorado, y el pelo despeinado como siempre, sin una sola arruga, sin una sola cana, seguía siendo el chico de 18 años al que deje.
Mi corazón latía tan rápido, quería llorar, decirle que lo seguía amando y que ya no me importaba lo que era, que yo lo amaba con sus defectos y sus virtudes, pero tenia miedo de que no me recordara, de que me haya borrado de su mente.
Pero algo paso, en ese momento sus ojos se clavaron en los míos, sus piernas empezaron a avanzar con la tranquilidad que le caracterizaba, hasta llegar a apenas un centímetro de mi. Intente evitarlo con todas las fuerzas, pero una lágrima callo por mi mejilla, lágrima que el seco con su fría mano.
Mi cuerpo no paraba de temblar quizás era por miedo o simplemente por que llevaba tanto tiempo echando de menos su aroma, su rostro, sus labios, su cuerpo... Quizás era el miedo de volver a perderlo.
Yo tenia claro que lo amaba, pero el?, seguiría recordándome, seguiría pensando en mi tanto como yo en el.
De repente mi cuerpo paro de temblar, y en ese momento comprendí que el me seguía amando, su mirada era como aquella primera vez, como la vez que me beso, como la vez en la que me confeso lo que era, como cuando a los cuatro vientos chillo que me amaba.
Esa vez ya no quería salir corriendo, no quería irme de su lado, el miedo había desaparecido.
Y en ese momento, lo comprendí, por muy lejos que este de el, por mil veces que me obligue a olvidarlo, por intentar no soñar con el, lo amaba con todo mi ser intenté ocultarlo, obligarme a mi misma a no recordarlo. Pero era mas fuerte que yo, ya no me importaba que fuera un monstruo o que matara para alimentarse, el me amaba, yo lo amaba y el resto me daba igual.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)